Asociación de Tanatología Integral
de Puerto Rico y el Caribe, Inc.
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Renacer en Navidad:

La Luz de la Trascendencia ante el Duelo
Shirley M. Silva Cabrera RPT, CT


(Publicado originalmente en el Periódico “El Diálogo”- rotativo de la Universidad de Puerto Rico y en “Redes”, revista de la Parroquia Santa Bernardita)

En época navideña las calles brillan con hermosos adornos y cada año las comunidades se esmeran por dar más luz a las noches de esos meses…se cuenta con el supuesto de la armonía, de la paz, del amor, de la diversión, de la magia, de la chispa de la alegría, de las fiestas, de la reuniones familiares y actividades sociales, de la participación en actos religiosos…
Muchas veces sin embargo, alguien o un grupo especial, está alejado de ese supuesto, y necesita ser comprendido y alentado quizás no de la manera tradicional, si no de una manera especial y diferente. Esta o éstas son las personas que se hallan en duelo, reaccionando ante una pérdida personal o muerte de un ser querido. Mientras unos podemos ser como velas navideñas encendidas para celebrar la alegría, otros podemos ser como velas encendidas para iluminar un dolor o solicitar su reconocimiento, para procesar una despedida, para ofrecer al alma de nuestro ser amado, el consuelo y dirección iluminada de su nuevo camino luego de la muerte.

¿Es usted una persona en duelo?

Cuando estamos reaccionando ante una pérdida, existe la esperanza de alcanzar luz de trascendencia ante el duelo, de elevación y superación como seres humanos sobre nuestras limitaciones y de maduración de los conceptos de nuestra finitud, de la universalidad de la muerte, de la impermanencia de todo lo existente y de toda condición humana. Para este crecimiento y continuidad de vida sin nuestro ser querido o después de una pérdida, debemos renacer, pasar por otro parto, por otro canal incómodo y oscuro que finalmente nos llevará a la luz y a la nueva vida. Antes de este parto, tenemos una fase de aislamiento, en la que quizás oímos los sonidos del exterior, vemos colores entremezclados, experimentamos sensaciones extrañas, recibimos caricias que percibimos lejanas, nos sentimos confundidos, sumidos en un ambiente que pensamos nadie comprende. En el duelo, se incluye otro elemento que nos aísla de muchos, si no de todos: el profundo dolor ante la pérdida, exclusivo, único, incomparable. Este dolor es el que muchos no sabemos o podemos consolar.

Si ha perdido a alguien especial en época de Navidad o en algún momento de su vida, permítame presentarle con humildad y respeto algunas herramientas de ayuda para la elaboración de su duelo:

Identifique su concepto de muerte: ¿Por qué pienso así? ¿Cómo este concepto me ayuda o me perjudica en mi duelo? ¿Qué puedo hacer para superarlo? ¿Quién me podría escuchar / ayudar?

Identifique sus temores sobre la muerte: ¿Hay algo en particular de la muerte o de lo que la rodea que me impacta sobremanera?

Si está triste, contémplese, observe detenidamente este sentimiento. Déjelo manifestarse y pasar naturalmente. No se condene. No desespere ni tome decisiones mayores o precipitadas en este momento. No tome medidas de escapismo: alcohol, drogas…ni atente contra su seguridad o vida.

Reflexione en la finalidad de la muerte. Piense en el papel de las flores, las hojas, de toda criatura en el planeta y de cada estación. Todo tiene un propósito, aún la muerte. Nada es estático. Todo continúa moviéndose cumpliendo una finalidad. Todo es nivel de conciencia…

Asista a un retiro espiritual o a talleres educativos de crecimiento humano.

Intégrese a círculos de amistades, grupos de estudio o iglesias que le satisfagan, no vaya obligado.

Si lo que necesita es estar sólo, pida su espacio a sus familiares y amigos con amor, tome antes las medidas de seguridad necesarias, permita que alguien le contacte para confirmar que está bien y verificar si necesita algo.

Vaya a librerías, obtenga libros edificantes.

Realice acompañado las tareas del hogar para devolverle color al ambiente. Si va a desprenderse de las pertenencias de su ser querido fallecido, hágalo cuando se sienta listo para ello; nadie tiene que estar junto a usted si no lo desea, pero sería bueno que hubiese alguien más en la casa para atenderle, si lo necesita .

Antes de dormir, relájese con té, aromaterapia, música instrumental, oración, buena lectura, masajes…si aún así no puede dormir, permanezca quieto, dele descanso a su cuerpo, ventile profundo, lentamente, observe cómo fluyen sus pensamientos, no los juzgue ni le tema, déjelos pasar. De gracias por la vida, por la individualidad.

Realice una vigilia especial. Una idea es con amigos de diferentes lugares: escojan un día y hora para unirse mentalmente y espiritualmente en una transmisión de amor, bendiciones mutuas y para la persona fallecida. El amor es eterno, no deja de existir, es la energía que sostiene el universo y lo pone en movimiento, mientras cultive amor, no estará sólo.

Si tiene niños: permita que sigan su rutina, que jueguen, que participen de sus actividades si ellos quieren, que rían, que se sientan seguros y protegidos por los demás. No le imponga su forma de apreciar la muerte si no es una visión esperanzadora, saludable. Consiga ayuda para ellos aunque usted no la desee para sí, aún y permita que los niños fluyan naturalmente. Vigile por las necesidades especiales de ellos, ya que también tendrán su manera particular de elaborar su duelo.

Cuídese, aliméntese, ejercítese, vaya a su médico o profesional de ayuda, eleve su nivel de conciencia.

Si se siente aliviado gradualmente o si se desprende del luto, no se culpe. El sentirse mejor, no es falta de amor ni de respeto hacia el difunto, es el proceso normal de la elaboración del duelo, es su renacer.

No responsabilice a la Navidad de su pena. Busque ayuda profesional si siente que no puede manejar su dolor, si su vida se complica cada vez más en vez de resolverse.

Viva la oportunidad de una Navidad nueva, medite sobre el concepto de Navidad que tenía hasta ahora y otórguele un significado nuevo, libre de presiones de grupo.

La Navidad significa “nacimiento”: comprométase a nacer de nuevo, mejor de lo que nació hace unos años, porque ahora es un ser maduro y tiene el grandioso poder de amoldar su ser interior como lo desee.

Modifique el estilo de celebrar la navidad pero continúe haciéndolo: es signo de esperanza, de que todo pasará y de que todo irá bien :

Reconozca que ante el duelo:
 

  • Los días festivos demandan enfocarse de maneras que quizás no podamos hacer, no lo trate si no puede. No se culpe.

  • Los días festivos demandan emociones que no podemos ofrecer, no sea duro consigo mismo. Fluya naturalmente.

  • Los días festivos demandan actos que pueden drenarnos. Participe en lo que pueda sin afectarse ni perjudicarse por complacer a los demás.


Otórguese permiso para:

 

  • Hacer lo que pueda.

  • Estar donde necesite (no dónde se espera como quizás todos los años).

  • Cambiar las tradiciones (no regalar objetos materiales si no puede, no
    se desespere).

  • Relacionarse con Dios o su Poder Superior de manera diferente.

  • Encontrar personas con quienes se sienta seguro (aunque ello implique
    no pasar la Navidad con el grupo o familia tradicional).

  • Si sus seres queridos no le comprenden, continúe a favor de usted,  según observen su alivio y crecimiento, comprenderán. Asegúreles su amor por ellos y cuánto ellos significan para usted aunque no participe de la celebración tradicional. Exprésele su agradecimiento por su interés. Muchas veces el doliente se convierte en maestro de consolación.

 

Ya sea sólo o compartiendo su dolor con alguien significativo, celebre la Navidad de manera íntima y especial, si no se siente bien aún en grupos grandes o en su celebración tradicional:
 

  • oren, recen , mediten

  • den un paseo comulgando con la naturaleza

  • dialoguen con Dios o con su poder superior como parte de su compañía

  • contribuyan a actividades de caridad a nombre de su ser querido fallecido

  • visualicen a su ser querido envuelto en luz, en un estado de perfección absoluta. Exprésele su amor. Quizás no sea fácil al principio pues es normal que deseemos la presencia física de nuestros seres amados, pero poco a poco este ejercicio se facilitará

  • recuerden a su ser querido y los momentos especiales con él: ¿Qué significa él para usted/es? ¿Cuál es el significado de su pérdida física? Extraiga lecciones de vida: ¿Qué aprendió con él? ¿Qué lograron juntos? ¿Debe trabajar el perdón?


Aunque haya pasado tiempo de la muerte de su ser querido, puede que cada vez que se acerque la Navidad, sienta resurgir el duelo en su vida. Esto es un resurgimiento temporero del duelo. No tema, pero manéjelo con cuidado y consideración. El duelo puede resurgir en oleadas. Usted puede tener épocas felices y de pronto reexperimentar alguna expresión de duelo. Tome tiempo para tratar con amor y respeto estas oleadas. Su vida continuará mejorando si se compromete a ello y trabaja para esta mejoría.

“Somos como la llama de una vela que oscila por el hecho de existir y lo hace tanto en la alegría como en la tristeza, es nuestra vida, no la dejemos apagar…”


Shirley M. Silva Cabrera RPT, CT, es Profesional de la Salud, Tanatóloga Certificada (especialista en orientación, educación y consejería sobre la muerte, el duelo, las pérdidas y cambios). Realiza su práctica clínica en el Hospital de Trauma, Centro Médico. Es Profesora del Certificado Profesional en Tanatología y Salud Integral de la División de Educación Continua y Estudios Profesionales de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras y de otros Cursos de Educación Continua.

Para información: Tel. (787) 585-2755, silva.shirleym@gmail.com.

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